Una de... ¡fútbol!

Podríamos hablar del clásico, y de por qué se llama clásico, y de las enseñanzas que, por raro que parezca, podrían sacarse de ese hecho para otros ámbitos bastante más útiles que el deportivo. Pero no.
Podríamos hablar de la práctica de ese deporte y de los excesos. Pero  tampoco.
Podríamos hablar de un posible uso económico responsable de ciertos partidos multitudinarios. Pero ni siquiera eso.
Vamos a hablar de dos tipos que me sorprendieron con sus  declaraciones.
El primero: Raúl. Es sabido que deja su actual equipo, el alemán Schalke  04. Es sabido, quizás, que ha estado ahí dos años, y el equipo ha decidido retirar el número que usaba: el 7. Lo que quizás no es tan sabido es lo que dijo en la rueda de prensa en la que se despedía de los alemanes. Afirmó, sin ser textual: "no me voy a una liga menos exigente por la capacidad. Ahí está el rendimiento de este año, pero no soy profeta y no sé cómo estaré el año que viene. Podría ser el motivo, pero no es el caso". Bien, sin embargo ahora viene lo que me desencajó la mandíbula. "Me voy porque he formado una familia y quiero dedicarles más tiempo". El bueno de Raúl tiene 5 hijos con la misma mujer. Y dijo familia, no "familia tradicional" o familia con apellidos innecesarios. A mí me sirve.
El segundo personaje es Seedorf, el futbolista eterno y eficacísimo. Pues bien, leí que había dicho algo así como: "prefiero que mi hijo vaya a visitar un reformatorio que un museo: es mucho más formativo". No pierde la cabeza, el bueno de Clarence. Se entiende que no desprecie el capital humano de los museos. Sólo que valora lo que se gana al dedicar tiempo, sin paternalismos, a gente que no ha tenido tanta suerte como uno mismo.
¡Viva el fútbol!

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