Lecturas veraniegas proverbiales II

Lo prometido es deuda. Ahí va una segunda cita del libro de los Proverbios. En concreto, Proverbios 24, 30-34:

"30 He pasado junto al campo de un perezoso, y junto a la viña de un hombre insensato,
31 y estaba todo invadido de ortigas, los cardos cubrían el suelo, la cerca de piedras estaba derruída.
32 Al verlo, medité en mi corazón; al contemplarlo, aprendí la lección:
33 «Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los brazos cruzados
34 y llegará, como vagabundo, tu miseria y como un mendigo, tu pobreza.»"

Me sorprendió por su tremenda actualidad. Creo que fue Pau Gasol -que no es sospechoso de sectarismo intelectual- quien dijo que la situación actual no se iba a solucionar con los brazos cruzados. Aunque posiblemente se haya llegado a ella gracias a una repetición indebida de esa posición. A base de evitar esfuerzos e ir de chanchullo en chanchullo (y tiro porque me toca), ha llegado nuestra miseria y pobreza.
Pero me gustó más todavía la actitud que se transmite en el versículo 32: la reflexión, el pensar las cosas "en mi corazón", contemplarlas para sacar alguna lección. La realidad es la mejor maestra y, como debe ser, rompe nuestras teorías equivocadas a base de puro suceder, de pasar, de que ciertas cosas se den, y otras, no. 
Es muy humano pensar sobre lo que a otros ha ocurrido. En castellano se dice parte de esto con un refrán muy gráfico: "cuando veas las barbas del vecino afeitar, pon las tuyas a remojar". Pues eso.

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