Individual e individualista

Diferenciar las palabras es básico para no equivocarse al hablar, al pensar y al vivir. Esto, que suena a frase para esculpir, es obvio. Y es necesario. Y lo es más, cuanto más se parecen las palabras, porque no es oro todo lo que reluce.

Individual e individualista. Tienen en común algo, y algo las separa también en sus significados. La vida de cada uno es individual, pero no puede ser individualista. Se puede explicar esto de muchos modos. Pero tal vez sirva usar una de las palabras que leí hace poco y que no veía escrita desde hacía mucho. El hombre es alocéntrico. Es decir, está pensado para poner su centro en otro. Para amar, vamos.

Con esa expresión, algo condensada, está resuelto el asunto: mi yo debe estar fijo en un tú. O en muchos. Pero no en mí: en eso consiste -con toda su carga negativa- el egocentrismo.

Cuanto más pienso (con obras) en otros, más se refuerza mi yo. Como quiero darles lo mejor, me mejoro por ellos. El ejemplo paradigmático lo ocupan casi siempre las madres: lo dan todo sin pensar en sí mismas. Y luego nos echan de menos... Un beso a la mía.

Pues eso, lo individual fuera de lo individualista: como en el fútbol, en el amor.