Los hombres, como las vacas... (una de tecnología sostenible)

Una modélica vaca 2.0.
Para quien no haya tenido ocasión de ver a una vaca en funcionamiento, lo que diré ahora sonará peculiar. Es sabido (yo lo pude ver hace menos de un mes) que las vacas pasan una buena parte de su día comiendo. Se meten la hierba en la boca sin parar. Son segadoras naturales. De vez en cuando, levantan la cabeza y te dedican una mirada inescrutable, como decía aquel. Y siguen, después de un momento más o menos largo, dale que te pego con la hierba.
Si uno se fija y usa la intuición (y sólo la intuición), puede sorprenderse con la dedicación del tiempo a la comida que tiene una vaca. "No les da ni para masticar". La sorpresa, lógica, viene cuando a uno le explican que, efectivamente, no les da tiempo porque ya lo hacen después, con más calma. Los dos estómagos y demás. Rumiar, vamos. Las vacas, como los demás rumiantes, lo hacen. Y la naturaleza, lo sabemos todos, es sabia. 
Pues bien, aquí tenemos un posible ejemplo metafórico de cómo actuar en nuestra hiperconectada y ultrainformativa época. El constante e ininterrumpido bombardeo de imágenes e inputs es tal que apenas pueden considerarse datos. El individuo -vuestra merced y un servidor- que los recibe, puede sucumbir ante el peso que eso representa. O, por el contrario, puede hacer como una vaca: rumiarlos. Pararse un poquito y repensarlos. En catalán (también en castellano, pero es menos común, me parece) se usa ese verbo: rumiar. Es una hermosa manera de decir "pensar".
El problema es que muchos se comportan hoy día peor que las vacas... Porque renuncian a su cabeza y se sirven sólo de sus ojos y oídos. Y van por la vida como aturdidos...
Así que me corrijo, porque debería haber titulado este post de otro modo: "algunos hombres, peores que las vacas. Y otros, como ellas".
¡Pon una vaca en tu vida!

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