La luna y la poesía

Algunos teóricos del momento suscribirían sin dudar la afirmación que haré: nuestro siglo XXI es, por el momento, romántico de pies a cabeza.

Y ese movimiento está basado -poco o mucho- en una serie de poemas de Novalis: "Himnos a la noche", que fueron revolucionarios, por dedicarle unos versos a algo tan oscuro como la noche. Lo digo así porque es la mentalidad que había justo antes: el día, el sol, la luz. Eso, sí.

Pero Novalis se fijó -¿y quién no lo ha hecho una y mil veces después de él?- en ese pedazo de roca que es la luna, y que da luz sin ser luminoso. No la vio, ni la miró: la contempló.
Y dejó de ser un bloque de lo que sea, para ser la luna, la amada, y demás bellezas.
Me quedo, por ahora, con un poema de Miguel d'Ors, breve y completo.

“Maldito Baudelaire, malditos Goethe y Borges
que ahora que contemplo
la luna no me dejan ver
la luna”.

La luna es mucha luna.

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