Sociedad desquiciada (pedal largo inconcluso)

Las segundas partes nunca fueron buenas, dicen. Aquí va una.

El título del post es "Sociedad desquiciada". No "sociedad de mierda" o "sociedad horrible a la que odio", ni siquiera "sociedad desechable" o "sociedad de apaga y vámonos, que no vale la pena". No es, en principio, el estilo del blog. 

Ahora sólo queda explicar por qué es una segunda parte del último post (Jack Reacher (o Tom Cruise): cuerpo y anatomía), y por qué se titula así. 

Desquiciado, como la RAE se encarga de explicar, significa que ha perdido el quicio, que se ha salido de su quicio. Quicio; esa palabra. Añado una foto, no sea que a alguien (que no sepa qué significa) le dé pereza extrema ir a la RAE.

Pero tengo que decir que la he buscado en esta interesantísima página, donde se ve sus orígenes. O, mejor, dicho, las teoría del s.XVIII sobre sus orígenes. Sugerentes: vendría de "quiescere", estar quieto. El quicio es la parte de la puerta que, cuando todo gira, permanece inmóvil. 

Hay que seguir adelante. Porque resulta que hay una palabra para quicio en latín: cardo, cardinis (ver aquí para ver que significa lo mismo que quicio). Y de esa palabra deriva cardinal. Sí: virtudes cardinales. Esas virtudes que son quicio de las demás. Esas virtudes que ya enumeró Aristóteles (digo "enumeró" y no "inventó") sin las cuales se des-quician las personas. Esas cuatro famosísimas actitudes que hacen sencilla y agradable la práctica del bien: la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. El orden más clásico no es ese, pero tanto da por el momento. 

Sigamos. Una sociedad sin virtudes cardinales está desquiciada. Una sociedad en que no se vive la templanza lo está. Una sociedad formada, lógicamente, por individuos con nombre y apellido. Por tanto: una gran suma de individuos; una mayoría de ellos, si se quiere. El concepto sociedad es complicado de definir. Baste con lo dicho.

El otro día explicamos en el post por qué es un grave error quedarse en la anatomía de la gente, en lugar de en su cuerpo personal. Es, técnicamente (y le robo la expresión a Millán Puelles, un filósofo ya fallecido), un reduccionismo ontológico: tomar por menos lo que es (en el sentido más pleno del verbo ser) más.

Pues hoy toca explicar cómo se logra esto a base de palabras que se nos cuelan primero en el hablar popular y acaban formando parte de la RAE. 

Ahí va, con su foto, aquella a la que daremos alguna vuelta: "sexy".
¿No tenemos una en español que signifique lo mismo? Yo diría que sí. Aunque ahora está en periodo de propuesta su definición exacta: erótico. Ahí va la foto. 

Porque atractivo es que atrae. Y excita es lo mismo. Traer y mover vienen de raíces parecidas. Y ni falta que hace ponerse en plan etimológico para verlo.

Pero suena más suave sexy que erótico.

Presentemos un diálogo surrealista:

-Mamá, ¿me queda bien el vestido?
-Sí, hija, estás muy erótica.

A mí ya me da grima con "sexy" en lugar de "erótica".
Y esa es la cosa.

¿Dónde han quedado las palabras que usábamos antes?
Las pongo, no sea que alguien las haya olvidado.

¿Qué hay detrás de su uso?
Es que, y no es tontería, hay que usa "sexy" porque acaba en "y" y suena a diminutivo, y a cosa fina o refinada. Y es patético. Es tratar a alguien de carne.

No me considero mojigato. Es lo que, en parte, hay por ahí. El otro día, una cantante famosa actual (Beyoncé, para más señas. No pongo según qué páginas por decoro)  echó de su megaconcierto a un espectador porque le había tocado el culo, aprovechando un momento en que ella, su apretujada y embutida en ropa diva, se había acercado a saludar.

Tiene C.S. Lewis un texto que explica la falta de templanza con un ejemplo fabuloso. Imagina qué pasaría si, en lugar de sexo, se tratara -literalmente- de carne. ¿Qué sucedería si la gente hiciera colas para ver cómo un hombre destapa una bandeja con un filete de carne? Se supone que no sería por falta de comida, sino de templanza. El placer de comer estaría fuera de quicio: desquiciado. Lo mismo ocurre hoy día con el sexo. Las chicas ya no son guapas, sino atractivas, sexys.

Porque la ropa se ha quedado en esas ocasiones en llevar a la anatomía, al mero cuerpo, y no a la persona. Y ahí se une a lo anterior.

No digo que sea fácil crear una moda cómoda y que lleve a la persona, y no se quede en el cuerpo. Se trata de que, desde el cuerpo, se pase a todos lo ámbitos.

El problema -uno, por lo menos- es que a veces se busca que la vista se vaya a esas partes.

Habría que empezar a cambiar algunas cosas al respecto.

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