La "neutralidad" de la escuela laica

Dicho de otra manera: ¿por qué la escuela laica no es neutra? O, incluso, ¿qué legitimidad hay para exigir que se enseñe religión en la escuela en una sociedad pluralista y democrática?

A lo primero -la engañosa "neutralidad"-, habría que decir que lo neutro, como su nombre indica, es aquello que no es ni lo uno, ni lo otro. Es decir, que es un tercero, una tercera cosa. O sea, ni A, ni B: C. ¿Cómo se come esto en la escuela?
Sería, o religión sí (A) o religión no (B). No hay lugar para terceros. ¿O sí? ¿Cuál sería la C?
Bueno, depende de qué se entienda por "religión sí". 
Aquí se entiende como "enseñar religión". Con lo cual, no hay lugar para ser neutro: o se enseña, o no. 

Entiendo que si las opciones son "practicar la religión en clase" o "no practicarla", el tercero podría ser "enseñarla pero no practicarla".  Eso nos lleva a la primera distinción.

Pero resulta que lo que ocurre en muchos sitios hoy día es lo que he dicho arriba: no se enseña. Y no enseña en aras de una neutralidad inexistente. Porque se concibe la religión de modo reduccionista. 
A mí me dieron clases de religión en el colegio. La mayoría, religión cristiana y católica. Pero también dimos, en el capítulo histórico, algunas de las más mayoritarias. 

Segunda cuestión ¿qué legitimidad hay para exigir que se enseñe religión en la escuela en una sociedad pluralista y democrática? O sea: ¿sigue siendo neutra una escuela que enseñe religión? Pues por lo visto no. Pero ¿debe serlo en ese asunto, visto que no se puede? Es una cosa absurda, como se ve. La pregunta será, entonces, sí puede y debe ser plural. Y eso es otra cosa, a la que en breve entraremos.

Ojo, no estoy diciendo -hasta ahora- que haya que estudiar religión. Digo que, técnicamente, no se puede ser neutro al respecto. Porque no se da esa tercera opción. O no la sé ver, fuera de lo que ya he comentado.

Ahora voy a decir lo que no he dicho: que, aunque no sea un deber, sí sería conveniente -bastante, a mi modo de ver- explicar religión a los chicos en la escuela. Y me refiero también a la pública. Por estos motivos y con estas condiciones, aproximadamente:

a. Desde el punto de vista de la libertad: la escuela pública es para todos y, en una sociedad que se precie de plural, debe caber una sana pluralidad de enfoques, incluso el trascendente, que tantas veces se arrincona voluntariamente. (A eso se le llama laicismo). Además, no hay explicación neutra, según hemos intentado explicar arriba.

b. Desde el punto de vista cultural, se entiende que para entender la civilización occidental, con todo lo que eso conlleva, es necesario explicar el cristianismo y, en menor medida, otras religiones.

c. Desde el punto de vista personal, no parece que empobrezca, sino lo contrario: 
     1. da argumentos para la propia vida, 
     2. pautas de comportamiento, 
     3. valores

d. Desde el punto de vista de la asignatura, se debe presentar como asignatura, y no como catequesis. Lógicamente, se verá el contraste entre las bondades que se predican y las obras de los hombres, tantas veces incoherentes. Eso enriquece también.

Ya puse otros motivos en este blog, aquí, hace un tiempo. Él lo argumenta con más fuerza, seguro.

En cuanto a la enseñanza práctica de la religión, los padres son quienes tienen la primera palabra. Y los chicos, la última.


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