Asombro, adoración y autoestima (un post algo subido)

Sé de un blog que tiene esta temática, y me sumo a su causa, que compartimos muchos más.

La pintada no la he visto en directo, pero la habría fotografiado sin dudarlo.

Pensaba el otro día en la unión que se da entre asombro y adoración. 
Había tomado unas notas en una libreta y me bastó leerlas para encender el cerebro: "¿qué más lógico que recuperar el asombro por la vida y nuestra vida, con la consiguiente adoración?". 
La vida es asombrosa. La nuestra, una participación inmensa de algo muy grande ya. Chesterton decía -y dedicaremos un post futuro al particular- que causa risa caer en la cuenta que es mayor la casa en que uno vive que el mundo en que está la casa. Bonita manera de hablar del alma como "quaedammodo omnia": de alguna manera, todas las cosas. El hombre, la persona, es omniabarcante. Eso es mucho. 
Asombro. El otro día pasábamos con un profesor por delante de un edificio del colegio. Había llovido y cuatro niños de poca edad (seis, ocho, siete...), jugaban riendo a todo reír a algo tan simple e ingenuo como dejarse impactar por las goteras del tejado. "Eso salva al mundo", comentamos con mi compañero. 

La adoración es, entre otras cosas, un reconocimiento de que Dios es, como se dice ahora (y siempre), el amo. Me gusta el matiz triunfante que le dan los adolescentes a esa expresión: cuando uno es "el amo", es el no va mas. Lo cierto es que he podido oír variantes superlativas, incluso cultas: "el amísimo" o, para más regocijo de los lingüistas, "el amérrimo". Ahí es nada.
¿Cómo se adora a Dios? Vete tú a saber. Cada cual con su persona. Pero reconociendo que es el que Es, y el que hace ser. Y por eso, dando gracias por su inmensa gloria. En fin. Un asombro personalizado, dirigido al autor de quien crea cosas asombrosas, nos hace creadores de cosas a su vez asombrosas, y, a nosotros, asombrables: capaces de asombro.

En cuanto a la autoestima, ¿cómo vas a despreciarte, si el mismo Dios te quiere tanto como para esperar tu regreso del voluntario olvido de su persona, y no sólo eso, sino que sale a tu encuentro y te colma de regalos? Lo bueno del cristianismo, decía en el guión aquella gran película que es "Una historia del Bronx", es que siempre puedes comenzar de nuevo. Pues eso, cosa asombrosa es el hombre, porque es obra de Dios, y todas ellas son perfectas. Ahí está fundadas la radical dignidad del hombre: cada cual ha sido pensado y creado por amor, y por el Amor. A pesar de los pesares.
O sea, que todo lo que tienes (igual que un Picasso es un cuadro pintado por Picasso) es, en ese sentido, un Dios. Ojito.

Hala, me voy a dar una vuelta.

Comentarios