El Mundial de Fútbol (posibles lecciones, IX): Benzema o Marcar fuera de tiempo

Al primer toque: según llegaba, cruzadita y cerca de la escuadra. Un golazo... anulado. Porque el árbitro ya había pitado. 
Total de quejas: cero.
Razón: simple. Ya ganaban 5-2.

No sé si Benzema marcará muchos más goles como ése. No es el primero.

Pero demos un mortal hacia la vida no deportiva, que la lección es suculenta, aunque dolorosa. Es tan simple como lo que sigue: las normas -las reglas, las órdenes, lo establecido, la legalidad- existe. Y está para cumplirla: porque se supone que son ideas razonables y razonadas dispuestas para el bien común. Algo así definían a la ley los clásicos. O sea: transcurrido el tiempo ordinario, se añade uno extraordinario según ciertas circunstancias; después de lo cual, el partido concluye. Es verdad que el árbitro, bajando a lo concreto, acabó con el partido a media jugada. Eso no es muy buen proceder. Pero acabó. 
En la vida real, el tren sale a la hora que sale: no depende de ti.
A la uni, se entra con la nota que se entra, no con una centésima menos.
Los deberes se entregan cuando toca, y no un día más tarde.
A trabajar, a la hora que te dice otro, a no ser que seas tu jefe.
Si está fuera de tiempo, puede ser precioso, pero es posible que no lo vea nadie, y que no cuente para nada. Resulta innecesario apuntar lo útil que es tener esto en la cabeza en educación.

La realidad, que es tozuda.

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