Trump, Time y la resurrección de la verdad (o "Resurreción" y "Verdad")

Tiene su gracia la historia de este post, que es, aviso, largo como un día sin pan.

Resulta que, antes de la Semana Santa, vi la revista Time en el colegio y le hice una cutre-foto a la portada, para acordarme de comentar el artículo, que leí a medias: más sobre Trump.
Hoy, casi de vuelta de las vacaciones, la busco en internet y me encuentro con la historia entera. Muy interesante y sugerente.

Por lo visto, la portada, que me pareció muy original y llamativa, estaba inspirada en una anterior, diseñada hace medio siglo. La primera, del 6 de abril de 1966. La segunda, del 3 de abril de 2017. 
Resulta también que ahora mismo estoy a punto de explicar a mis alumnos de Historia de la Filosofía ni más ni menos que a Nietzsche, el del famoso "Dios ha muerto". 
Resulta además que hoy mismo estamos en la Pascua, día en que el cristianismo celebra la Resurrección de Jesús, culmen de nuestra redención, que pasó previamente por el dolor de su tan cruenta pasión. 

Y con estas tres piezas ya está casi todo dicho. Sólo vamos a tirar un poquito del hilo, para que cada cual acabe de hacerlo del todo si le da la gana.
Ahora ya estamos preparados para enunciar el tema del post: que, en el fondo, resulta que las dos portadas preguntan lo mismo. Ni Dios ni la verdad (ni la Verdad) están muertos. 

Y está bien dicho así: "en el fondo". 
En la superficie, Dios y la Verdad no son lo mismo, porque, en la superficie, se habla más bien de la verdad, y no de la Verdad. Así "dos y dos, cuatro" es verdad, pero no la Verdad. Lo cierto es que algo de Verdad hay en toda verdad. Y todo el mundo se está dando cuenta con Trump.
El artículo de Time  llevaba esta entradilla y este subtítulo (incluyo link por si alguien se anima a leerlo):

When a President Can't Be Taken at His Word

La mentira es lo más inhumano: nos roba la verdad, que es nuestro aire espiritual. Recuerdo la impresión que me causó leerlo (no es textual) en "Cometas en el cielo", de Khaled Hosseini: 
"—Bueno —dijo Baba, apartando la mirada—, por mucho que predique el mullah, sólo existe un pecado, sólo uno. Y es el robo. Cualquier otro pecado es una variante del robo. ¿Lo comprendes?(...) Cuando matas a un hombre, le robas la vida, robas el marido a una esposa y el padre a unos hijos. Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad. Cuando engañas, robas el derecho a la equidad. ¿Comprendes?"
La verdad no es neutra: trae siempre consecuencias. Y las palabras importan mucho. La posverdad no es verdad: "mentir" es un verbo muy antiguo.

Pasemos a la segunda cuerda: Nietzsche y su "Dios ha muerto". Pero no solo eso. Lógicamente, para él acabó siendo ineludible y necesaria la muerte de la verdad y la objetividad. ¡Muerte a Sócrates! Viva la vida y la fuerza. Pero lo cierto es que -o "la verdad es que"- murió él, y Sócrates. Es duro tener que ser tan simple. De todos modos, me parece que es impepinable que es absurdo negarle a Nietzsche su voluntad de sostener una tesis, el querer decir algo con todo lo que escribió. Y, aplicando su lógica a sus obra, de desbarata: si no hay verdad, ¿a qué tanta página?

La tercera cuerda: la Pascua y la resurrección de Jesús, que el cristianismo tiene como base para razonar su divinidad y enseñar que Jesús es Dios. 
La resurrección, de hecho, se trata de un suceso que nadie vio y que llega hasta nosotros gracias al testimonio oral que una mujer -María de Magdalena, quizás antigua prostituta- relató a Cefas, un pescador que había negado a su maestro, Jesús, un excarpintero de 33 años ante la presión de otra mujer. Así que, ¿qué pensar de un carpintero que, entre otras cosas, dice: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida?".

Así de raso y simple, poco sentido tiene a primera vista el cristianismo -lo cual le da más gracia al asunto-, porque el análisis literal de lo que se dice en el evangelio solo da tres opciones: o Jesús es un farsante, o un loco... o Dios. 
Maravillosamente explica la primera parte Ronald Knox en un sermón.
Evelyn Waugh, el famoso escritor converso (en parte gracias a él) creador de maravillas como la profunda "Retorno a Brideshead" o la hilarante "Noticia bomba", los recopiló en 1960 bajo el sincero y escueto título de "The Pastoral Sermons of Ronald Knox". 
"Se refirieron a Nuestro Señor como a "ese impostor". Realmente no había ninguna otra descripción que pudiera dar. Su carrera, en efecto, sólo quería comentarse de tres modos. Una de esta: "sus amigos quisieron poner las manos sobre él porque dijeron: se ha vuelto loco". Otra es esta: "no, pero engaña al pueblo". Y la tercera es: "tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo". De las dos por su prejuicio, los judíos no podían concebir esta última como solución posible. Y tampoco querían desdeñar a Nuestro Señor como a un loco inofensivo, ya que temían al pueblo. Era, pues, necesario, apuntarle como a impostor, como a un hombre que, por algún propósito oscuro que el solo sabía, estaba engañando deliberadamente al pueblo".
Pero hay más cosas que quiero que se lean hoy aquí.
Chesterton, aquel inteligentísimo grandullón, escribe una y cien veces que ante Jesús no caben medias tintas: o está loco, o es Dios. Lo mismo dice C.S. Lewis en "Mero cristianismo", pero su influencia intelectual es, posiblemente, Chesterton. Veamos una cita de "El hombre eterno", ese libro tan recomendable: 
"Ningún crítico moderno en sus cabales piensa que el predicador del Sermón de la Montaña fuera un pobre imbécil medio tonto que podría estar garabateando estrellas sobre las paredes de una celda. Ningún ateo o blasfemo cree que el autor de la Parábola del Hijo Pródigo fuera un monstruo con una idea fija, como un cíclope con un solo ojo. Frente a cualquier crítica histórica posible, su posición en la escala de los seres humanos ha de situarse en un lugar mucho más elevado. Mas en vista de lo que hemos considerado, no queda más remedio que situarlo o entre los locos o en el lugar más alto de todos". 
Desde luego, hemos dado hasta aquí alguna vuelta.
Pero falta la curva final: la filosofía primera. Porque, la metafísica enseña que la verdad es un trascendental del ser. ¿Qué significa eso? Aquí, una síntesis brevísima. Para quien no quiera links, en resumido y con cierta falta de exactitud: significa que todo lo que tiene ser, es también verdadero en un cierto sentido. ¿En cuál? En tanto que lo verdadero es "lo que es", como señala San Agustín. Quien ha hecho las cosas, sabe mejor que nadie qué son: su verdad. (Que le pregunten a un poeta, o a cualquier creador. ¡Qué importante aquí esa palabra: "creador"!). 
Súmese a esto el hecho de que, en la cumbre del ser, está el Ser perfectísimo, del que todos participan. Así pues, la Verdad y el Ser se identifican en Dios.
¡Sólo nos faltaba que Jesús, que dijo ser Hijo de Dios (y, por tanto, Dios), dijera ser la Verdad! 
¡Y lo hizo!, y así se cierra el círculo: a la verdad ya la mataron, pero resucitó, porque es la vida. 

¡Feliz Pascua!

Comentarios