R(oland Garros) Nadal o cómo hay que trabajar

Ahora que ya ha pasado la fiebre del Roland Garros y que todavía no nos ha atrapado Wimbledon, he pensado que era un buen momento para comentar algunas cosas sobre Rafa Nadal.

Vi la semifinal contra Thiem y la final contra Wawrinka. O contra sus sombras. Era llamativo -mucho- la capacidad de destrozar  y aniquilar anímicamente a sus oponentes. 

Dicen que tenis es muy psicológico: es un deporte individual en que cada punto se juega diferente. Y que la red es tu máximo enemigo. O tú mismo. De todo he oído, pese a ser bastante profano en la materia. 

Visto lo que acabo de comentar, me pareció que lo que distingue a Rafa de otros es su asombrosa capacidad de concentración en lo que está haciendo. Raya lo maniático y lo sobrepasa en tantas cosas, pero ya se ve que le va bien. Que se lo pregunten a los franceses. O a los arriba citados semifinalista y finalista. Cuando está trabajando -y su trabajo consiste en jugar a tenis-, está trabajando: no hay público. 
Vi hace poco este vídeo: Nadal con 16 años, jugando contra Albert Costa, que había ganado un Roland Garros. Aconsejo mucho verlo. Es muy diferente la manera de salir al campo de cada uno: concentración, o saludos desenfadados al público. Hasta en la mirada se ve la diferencia. Y esa mirada es la que siempre mantuvo en este Roland Garros. La cámara lo grabó: cómo miraba a Thiem y a Wawrinka. 

Rafa es una lección viva y en movimiento sobre cómo se tiene que trabajar. Tiene todo el talento, pero le ha sacado mucho rendimiento.
Y esa concentración se entrena también. Toni Nadal lo tiene claro: "Todo se puede entrenar", dice, en unas palabras que dan título a su libro. Suyas son también estas palabras, de una entrevista anterior a la gran victoria en Roland Garros: "Lo que está haciendo ahora en los partidos llevaba mucho tiempo haciéndolo en los entrenos". Es un topicazo futbolístico también: se juega como se entrena. 
Los grandes entrenan así. 
Otro dato que respalda lo dicho: ha fichado a Carlos Moyà para que le ayude a mejorar su saque. Y ahí está, haciendo más aces que nunca. 
Un trabajador de primera. 
Si todos trabajáramos todos así, otro gallo nos cantaría: concentración y conocimiento de las técnicas propias. 
El talento ya viene de serie. 


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