Tus palabras valen, ¿o no?

Fue como un rayo: una visión instantánea. Seguí caminando. Luego paré y volví atrás y le hice una foto. Un cartelazo de muchos metros. En plena Roma. Este pasado mes de octubre. O noviembre, ya no recuerdo.

Mucho italiano no sé yo, pero he deducido (y comprobado) que "fiducia" significa confianza, como en latín, su lengua madre.
En cuanto a "le parole valgono", su traducción "es las palabras valen".
No tengo ni idea de qué narices anunciaba ese cartel inmenso, pero me gustó mucho lo que decía. 

Quisiera comentar dos cosas.

Primera: hoy día -siempre, tal vez- nos cuesta mucho tener palabra y ser fieles a ella, que viene a ser lo mismo. En dos sentidos: en decir lo que queremos decir, y en cumplir lo que hemos dicho. Gran ejemplo se me presentó ayer cuando un amigo me envió una foto (aquí mismo la añado) con un emoticono risueño y una invitación a quedar. No podíamos, pero nos veremos en breve. Ese sería el primer sentido de las palabras: la confianza se forma y crece cuando valen. Cuando uno es una persona de palabra: "sea tu sí, sí; sea tu no, no. Lo demás, de mal principio proviene", dice el Evangelio, casualmente o no. 
A ese hábito bueno le podemos llamar veracidad, y puede considerarse una parte de la lealtad. Y lo cierto es que, me parece, cuanto menos se tiene esa virtud, mas se echa en falta. ¡Cuánto lo notan los adolescentes, por ejemplo! Y cuánto más doloroso y dañino es, si no se ha conseguido ser veraz, en la edad adulta. La veracidad es la base más importante de las relaciones amorosas: amistad, relaciones de noviazgo y matrimonio... y hasta con Dios: ¡qué falsa es una falsa religión!    

La segunda cosa que quisiera apuntar no es tan prosaica. Se trata de la segunda parte de la foto: "le parole valgono". Las palabras valen: quieren decir algo. Son veraces: decimos la verdad, o mentimos, con ellas. No son inocuas. Un ejemplo extremo es muchas veces aclaratorio. Si alguien se te acerca por la calle y se dirige a ti con las palabras "montón de estiércol", lo más probable es que te enfades, porque las palabras dicen algo. Al menos hasta que no lo dicen: el clásico "era broma". Pero eso implica que sí dicen.

En resumen: el valor de la verdad en las palabras y en las actitudes. 
Un gran reto, quizás el más importante, de la educación es ni más ni menos que este: poner a la verdad en el lugar que le corresponde, por encima de todo. Tanto en la educación intelectual como en la del carácter, tan inseparablemente unidas. 
Hala, a pedalear. 



Comentarios

Josemaría C. ha dicho que…
El anuncio era de una especie de diccionario enorme... Es increíble que pongan un anuncio tan gigante por un diccionario, ¿no?