Descubrir quién eres: Vaiana y Spiderman (y todos nosotros)

 Lo reconozco (por empezar de algún modo): no me apetecía demasiado ver Vaiana. Me imaginé que iba a ser otra cosa: topicazos. Además, de dibujos. Cuando luego

Pero resulta que luego me gustó mucho, y le sacamos mucho jugo, sobre todo al día siguiente. Las películas -los libros y todo lo humano- son un poco como el arroz: dan más de sí a veces cuando les das un momento de reposo.
En cuanto a la de Spiderman (Homecoming),  sí me apetecía, pero me engañó. Buscaba yo un pasatiempo para desconectar, y luego resulta que tiene algo más que ofrecer. Y no son solo puñetazos y demás. 

Y, con el tiempo, pensé que tal vez podían unirse en alguna idea de fondo.

Vaiana, de 16 años. Una adolescente que está haciéndose. Iba a escribir "haciéndose mayor", pero es todavía mejor lo primero. 
Peter Parker, alias Spiderman, de 15 años en la película (y 21 cuando la rodó). Un adolescente que etétera, etcétera. 
Ya está claro el tema común: la aparición del propio camino vital y su seguimiento o, mejor dicho, creación. La vocación. Así, a lo grande: ¿qué estoy llamado a ser?, ¿en quién me voy a convertir?

Hay muchos matices en cada personaje. ¡Y qué riqueza resulta si unes las dos! (Y me reservo una tercera película para otra entrada, porque lo vale: Hasta el último hombre. Ya caerá). 

Paso ahora a comentar algunos matices en los que pensar un poco. Ojo los spoilers, inevitables. 

En cuanto al inicio del camino propio, las dos películas lo tratan de modo distinto: ¿cuándo empieza Peter Parker a ser Spiderman, y Vaiana a ser la jefa de su pueblo? Haríamos bien, creo, en separar dos momentos: que se dé un momento en que veas que algo peculiar sucede ("te sucede", parar ser exacto), y que quieras ser así, y no solo llamarte así: no solo ser pasivo. Es una diferencia esencial. Y la película muestra muy bien que hay varios pasos que parecen necesarios para llegar de un sitio al otro.  Así pues, mejor ir a la situación inicial. Es sabido que Spiderman comienza a serlo cuando le pica una araña. Vaiana es la sucesora y está llamada a ser jefa: tiene que prepararse.
En la vida real, a cada cual se le dan unos dones. Se da cuenta uno -cada cual a su modo- de que tiene una especial facilidad para cierta actividad. Shakespeare, Jordan, Mozart... (no sé por qué empiezo la lista: es inagotable. Y no tienen por qué ser famosos: todos nosotros somos buenos en algo). Todos tuvieron un momento en que, quizás más pasivamente al principio, supieron que algo les iba de fábula. "Tu hijo toca muy bien", o "qué bien escribes, chaval", o "menuda voz, deberías sacarle partido", o "¿por qué no llevas a tu hija a que le hagan prueba: es prometedora". Esas voces suelen ser recibidas, con cierta razón, como intrusiones dañinas. "Haré lo que quiera", se suele leer en los ojos de esos niños que todos hemos sido. Claramente se ve esto en ambas películas. Y no es falso del todo. "Harás lo que quieras con lo que te han dado" sería más adecuado. Tarea y don. Las dos. 

Dos obstáculos, como mínimo, se interponen entre el sujeto y el destino que escribe. El miedo y la comodidad. Spiderman está constantemente probando sus fuerzas con nimiedades. No hay modo de saber qué va a poder llevar a cabo: hasta dónde va a llegar. Hasta que le llega el momento: salvar a sus amigos en el capitolio. La duda entra en escena: el miedo escénico, el no saber si se va a poder. 
Lo mismo le ocurre a Vaiana: hasta la primera ola fuerte, ¿quién sabrá de qué es capaz? Sabe gobernar, pero ¿hasta dónde? 
La vida diaria de nuestros adolescentes está repleta de estos momentos: el miedo a fracasar, a destacar, a no gustar. ¿Y si no sirve para nada? Quisiera grabar un disco, correr esta carrera, escribir un libro, presentarme a ese concurso, pero ¿y si no llego? Sólo considerar el éxito como único fin lleva a esta paralización. 

La comodidad, hermana débil de la duda, no es menos eficaz a la hora de detenernos. Se suele mostrar de modo escondido: ¿para qué complicarse la vida? ¿Soy yo más que otros? Se está bien aquí. Dejemos ese viaje tan difícil, Vaiana: aquí es donde has de estar. Tú, Parker, eres y serás siempre un pardillo. Traducción para cada cual: sé como los demás. El borreguismo, claro está. No tiendas a sacar las mejores notas que puedas. No se te ocurra apuntarte a tal o cual lugar. No pienses en aprovechar tus talentos, tu tiempo, tu libertad. Tú, del montón: a ver vídeos y darles like. 

Sin embargo, siempre hay alguien que, de modo más o menos claro, está ahí para dar el empujón final. La abuela de Vaiana. Iron Man, aunque lo haga de modo inverso y casi sin querer, diciéndole que no vale: picándole. Son los modelos que todo joven necesita y busca casi desesperadamente. La mímesis es totalmente humana y absolutamente imprescindible en los adolescentes. No será una copia total, quizás. Pero sí la emulación sana de un aspecto fundamental: el arrojo de una persona, el valor de otra, el ímpetu de aquella, la inquebrantable moralidad de tal hombre o mujer. Y así sucesivamente. Cuanto mayor sea el valor de lo imitable, mayor se hará la persona que imita. Por manido que sea, no dejaré de apuntarlo brevemente: necesitamos modelos, más allá de lo físico. Tipa hermosa y chico de buen ver pero sin cerebro o moral, nunca más. 

La ayuda de los demás, y de la familia es un punto importante en el proceso de crecimiento de cada cual. Vaiana no sería quién es sin que su abuela la entienda, sin que su madre -¡sorprendentemente!- la apoye en su aventura, y sin que su padre "baje del burro" en cuanto a su plan: cada cual debe seguir su vida. Spiderman no lo sería sin su tía. Y sin su "amigo del ordenador". Y tantos otros. Cada cual necesita apoyo: una mano amiga, un oído amable, unas palabras de aprobación, una mirada que esté a favor. Un padre que vaya a ver cómo juegas, un amigo que lea lo que escribes, alguien que es fan de tus grabaciones, un tipo que no se perderá jamás ni siquiera un ensayo tuyo. 

Los fracasos, propios y ajenos, entran en escena tarde o temprano, y hacen que todo parezca tambalearse. Aquellas decisiones tan heroicas se muestran como poco más que una tontería. Es el momento duro. Spiderman fracasa al unir el barco que, por culpa suya, ha partido en dos su enemigo. Vaiana está a punto de morir. Y a Maui le quitan el arpón mágico por su culpa. Ha fracasado. ¿Definitivamente? No, sin duda. Aunque en la vida haya errores que no pueden arreglarse (imprudencias que causan la muerte de alguien o la propia). Pero luego están los demás: los que sí se solucionan. La mayoría. Empezar otra vez. J.K. Rowling no encontró editor de su Harry Potter a la primera. Ni a la segunda. Ni a la tercera. Ni a la cuarta. La rechazaron 12 editoriales. 

Más consideraciones. La inevitable parcial soledad de Vaiana y Spiderman. Parcial porque los amigos están ahí. Inevitable porque, por más que los amigos ayuden, cada cual es cada cual. Vaiana, sola con sus gallo tonto, ha fracasado y está triste. Echa de menos aquel impulso inicial que la había llevado a emprender esas aventuras. Para aclararse con uno mismo hay que contar con tiempo y con soledad. Hasta que se da cuenta de que, en el fondo, no está sola. El mar sigue ahí, pese al rechazo inicial debido al enfado. Lo mismo le ocurre a Spiderman: se queda encerrado, pero esa Siri de su traje le habla y le hace recapacitar. Y ahí está la clave: soledad para meditar, para poner las cosas en su sitio. Ese silencio que nos asusta tanto hoy día. 

Más.
La renuncia, esa compañera inseparable de los héroes, aparece en las dos películas. Y en la vida de cada uno de nosotros. Spiderman ve, con gran dolor de su corazón, que su vida no va a poder ser como la de los demás. Ante la tentación de desenmascararse y lucir, sabe estar a la altura y no usar su don para cualquier cosa. Cuando todos los amigos se divierten, el "trabajo" de superhéroe le reclama. Otro día habrá para la chica y el baile. O no. De todos modos, la película muestra como, de hecho, a todo el mundo le llega la renuncia en la vida. La chica misma se va de la ciudad por razones no tan heroicas. Puestos a renunciar, mejor que haya un motivo bueno. La vida de las personas se construye más fácilmente sobre un gran sí que sobre el no. Cualquiera que trate con adolescentes, sabe que valoran todavía más esto: dame los motivos para hacer otra cosa y no para no hacer esta. Eso no implica que no haya "noes" en la vida, sino que es preferible que estén al servicio de un sí mayor que esas negaciones. No salgo con esa chica, dice Spiderman, porque voy a salvar a la ciudad. Eso es tener el orden de prioridades claro.  
Es algo que puede costar en la vida real, pero que no es menos importante. Si quiero desarrollar mi capacidad de jugar a tenis, tendré que echarle más horas que nadie. Y las sacaré de donde pueda: de aquellas actividades que otros realizan. No suele haber multitudes en la cumbre, porque cuesta llegar. Pablo Sarasate, el famoso violinista, se sorprendía de que le llamaran genio. Después de tocar cada día ocho horas durante más de treinta años, me llaman genio. No deja de tener gracia. 

Y llega el momento de oro: el de la aceptación interior de lo que uno veía solo como imposición externa, a pesar de estar tan dentro de sí. 
Vaiana ya había entendido, gracias a su abuela, de dónde le vienen las ganas de salir de esa isla, y el alcance de sus posibilidades. Aquel "¡Somos marinos!". Un grito de júbilo traducible por: "Ya sabía yo que lo éramos, pero no sabía cómo expresarlo". Más adelante, después de su gran crisis, entiende que es Vaiana, y no solo actúa desde fuera, cumpliendo una misión de no se sabe quién.
No es "se me da bien". Es "soy así".  No soy lo que hago, pero lo que hago me hace ser como soy. Eso es lo que le pasa a cada cual cuando saca de sí lo mejor que lleva dentro. Cuando uno mete un golazo, cuando gana una carrera, cuando saca un 10, cuando acaba una canción, cuando actúa, y tantos más "cuando"...
Spiderman, que vence el miedo y entiende -lo vive- que su vida va a ser diferente que la de los demás, pero apasionante. Todos han arriesgado y han acertado. Y todos debemos hacerlo a nuestra manera y a mayor o menos escala. Desde el hecho de elegir carrera (o trabajo de grado), o novia o novio, o trabajo. Elegir desde dentro, con libertad viva. Y seguir hasta la meta.












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