Afectividad y objetividad (y algo de U2, venga)


Este post lo empecé a escribir el día en que la Iglesia Católica celebra la solemnidad (el grado de fiesta más importante) dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. 

Sobre esa temática, el corazón, escribió Dietrich Von Hildebrand "El corazón". Es un libro que te sorprende a cada página, aunque no sea fácil de leer: requiere una cierta formación intelectual. Un libro que se atreve a investigar sobre uno de los resortes más importantes del ser humano: el corazón. ¿Es un libro sobre los sentimientos, sobre la afectividad? No solo eso. Es un libro sobre la persona: sobre el corazón entendido como base en que se unen sentimientos, pasiones y razón. 
El verdadero reto de cada persona es unir con éxito y equilibrio esas dos vertientes de lo humano. Von Hildebrand analiza el proceso histórico sobre la unión o desunión más o menos proporcionada de esas ramas. Salta a la vista que hoy día nos falta ese ser ponderados, esa templanza, ese punto medio entre cabeza y corazón. Y bien que lo explica en su libro, que ya tiene unos años. 

Ni el desprecio de lo sentimental ni su exacerbada preponderancia son plenamenta humanos.  No se trata de actuar como robots, dando por hecho que los sentimientos molestan. Porque no lo somos.  Ni de dar rienda suelta a lo que uno siente, sin importar la realidad -objetiva también- que provoca esos sentimientos.  Von Hildebrand une genialmente el uso de las dos potencias del hombre en una sola frase:  


"Para el hombre verdaderamente afectivo lo que importa es la situación objetiva: si hay motivos para alegrarse o sentirse feliz".

Muy bien dicho, sin duda. Se trata de ver las razones o motivos para estar feliz. Es un movimiento reflexivo muy humano, del que los psiquiatras y psicólogos saben mucho: "Me siento bien. De acuerdo, pero ¿es razonable estar bien, y estarlo así?". Quizás no pueda evitar sentir, pero sí actuar teniendo en cuenta algo más que mis sentimientos, por reales que sean. 

Von Hildebrand matiza, conocedor de que hay quien tiende a pensar en estos aspectos solo en su vertiente negativa. Existe, como bien reconoce, una parte positiva. Se trata de reconocer lo bueno que tiene la vida. Las emociones positivas también deben tener cabida en nuestra vida, igual que las negativas. Nuestras respuestas deberían ser equilibradas siempre: ponderadas, objetivas. Y un gran hecho positivo exige una natural gran alegría. Y un hecho objetivamente negativo exige a su vez una gran pesadumbre. Es lo natural..., pero debe ser educado. 

No hace falta, con todo, leer un ensayo para entender esto. Ni para decirlo. 
Los grandes clásicos son quienes saben hablar de temas profundos sin necesidad de ser catedráticos de psicología o filosofía. 

En el último disco de U2, esos veteranos que ya van haciéndose ancianos y algo sabios, se dice:
"Are tough enough to be kind?"
¿Qué es eso? ¿Acaso no es ser amable lo contario de ser fuerte o duro? ¿Que qué es? ¿Qué va a ser, sino la unión de fortaleza y cariño, la unión práctica del uso de la cabeza para ser fuerte cuando uno debe ser cariñoso porque objetivamente la situación lo merece, aunque uno esté subjetivamente cansado? ¿Qué es eso, sino la madre que se esfuerza por sonreír a su marido (o viceversa) al llegar a casa, cansada? Es saber que mis sentimientos pueden regir mi vida, pero pueden ser ayudantes solamente. Y endulzarla muchas veces. Y entorpecer a veces: momentos en los que habrá que saber ponerlos en segundo plano. 

¡Qué importante es eso no solo en educación, sino en las relaciones interpersonales! 

Long life U2!


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